viernes, 30 de agosto de 2013

Music :*

Buenos días! Se que llevo algunos días sin publicar pero he estado ocupada. Sin embargo esta entrada es para Victoria Justice con la canción de Gold hahahahah. No, ahora en serio, es porque sale Colton Haynes, por nada más... y bueno la canción está aceptable hahahha. En fin, Victoria sabe como hacer parecer espantapájaros a los chicos :')

Hasta otra!!

viernes, 23 de agosto de 2013

Primer capítulo de 'El Transferido'

El Transferido: Una Historia Divergente
 
 
Primer capítulo traducido al español:
Emerjo de la simulación con un grito. Mi labio punza, y cuando quito mi mano de él, hay sangre en mis dedos. Debo haberlo mordido durante la prueba.

La mujer de Osadía administrando mi prueba de aptitud—Tori, dijo que era su nombre—me mira extrañada mientras se jala el largo cabello negro y lo amarra en un nudo. Sus brazos están llenos de tinta, flamas y rayos de luz y alas de halcón.

"Cuando estabas en la simulación... ¿sabías que no era real?" me dice Tori mientras apaga la máquina. Suena y se ve normal, pero es una normalidad estudiada, aprendida con años de práctica. Lo noto cuando lo veo. Siempre lo hago.

De pronto estoy consciente de mis propios latidos. Esto es lo que mi padre dijo que sucedería. Me dijo que me preguntarían si había estado consciente durante la simulación, y me dijo qué debía decir cuando me lo preguntaran.

"No," digo. "Si lo hubiera estado, ¿crees que me hubiera mordido el labio hasta desangrármelo?"

Tori me observa por unos segundos y luego se muerde el borde del labio antes de decir, "Felicidades. Tu resultado fue Abnegación."

Asiento, pero la palabra "Abnegación" se siente como un nudo en mi garganta.

"¿No estás contento?" dice ella.

"Mis compañeros de facción lo estarán." 

"No pregunté por ellos, pregunté por ti." Los ojos y la boca de Tori se inclinan hacia abajo en los extremos como si soportaran un pequeño peso. "Esta es una sala segura. Puedes decir lo que quieras aquí."

Yo sabía cuáles serían mis opciones en la prueba de aptitud desde antes que llegara a la escuela esta mañana. Elegí comida en vez de un arma. Me arrojé frente al perro para salvar a la niñita. Yo sabía que, después de haber tomado estas decisiones, la prueba terminaría y recibiría Abnegación como resultado. Y no sé que habría tomado otras decisiones si mi padre no me hubiera preparado, si no hubiera controlado cada parte de la prueba de aptitud desde lejos. Así que, ¿qué esperaba? ¿Qué facción quería yo?

La que sea. La que sea menos Abnegación.

"Estoy contento," dije firmemente. No me importa lo que diga Tori; ésta no era una sala segura. No hay salas seguras, ni verdades seguras, ni secretos seguros para contar.

Todavía puedo sentir los dientes del perro clavándose en mi brazo, rasgando mi piel. Le asentí a Tori y comencé a caminar hacia la puerta, pero justo antes de que me fuera, sus manos tomaron mi codo.

"Tú eres el que tendrá que vivir con tu elección," me dice. "Todos los demás lo superarán, seguirán adelante, sin importar lo que decidas. Pero tú nunca lo harás."

Abrí la puerta y caminé hacia afuera.

Regreso a la cafetería y me siento en la mesa de Abnegación, entre personas que apenas si me conocen. Mi padre no me permite acercarme a la mayoría de los eventos comunitarios. Dice que lo arruinaré todo, que haré algo para dañar su reputación. No me importa. Soy más feliz en mi habitación, en la silenciosa casa, que rodeado de la deferente y apologética Abnegación.

La consecuencia de mi ausencia constante, sin embargo, es que los otros Abnegación son cautelosos con respecto a mí, están convencidos de que hay algo mal conmigo, de que soy malo o inmoral o extraño. Ni siquiera aquellos dispuestos a asentirme en señal de saludo se atreven a mirarme a los ojos.

Me siento, apretando mis rodillas, y miro a las otras mesas, mientras los otros estudiantes terminan sus pruebas de aptitud. La mesa Erudita está cubierta de material de lectura, pero ninguno de ellos está estudiando; sólo están presumiéndolo e intercambiando conversaciones en vez de ideas, volviéndose a los libros cada vez que creen que alguien los está observando. Los Verdad están hablando fuertemente, como siempre. Los Cordialidad están riendo, sonriendo, sacando comida de sus bolsillos y pasándoselo a los demás. Los Osadía son estridentes y ruidosos, colgados sobre las mesas y las sillas, inclinándose sobre los otros y pinchándose y molestándose.

Yo quería cualquier otra facción. La que sea menos la mía, donde todos han decidido ya que yo no valía su atención. 

Finalmente, una mujer Erudita entra en la cafetería y levanta una mano pidiendo silencio. Los Abnegación y Eruditos guardan silencio inmediatamente, pero tiene que gritar varias veces "¡Silencio" para que los Osadía, los Cordialidad y los Verdad la noten.

"Las pruebas de aptitud han finalizado," dice. "Recuerden que no tienen permitido discutir sus resultados con nadie, ni siquiera sus amigos o familia. La Ceremonia de Elección será mañana en la tarde en el Cubo. Lleguen por lo menos diez minutos antes de que comience. Pueden retirarse."

Todos corren hacia las puertas excepto nuestra mesa, donde esperamos a que todos salgan antes de si quiera levantarnos. Conozco el camino que mis compañeros Abnegados tomarán cuando salgamos, caminar por el pasillo y salir por las puertas de entrada hasta la parada del autobús. Podrían estar ahí más de una hora dejando que otras personas se subieran antes que ellos. No creo que pueda soportar más este silencio.
 
 
"Tengo un nuevo nombre, que significa que puedo ser una nueva persona. Alguien que finalmente esta listo para luchar. CUATRO"
—El Transferido

sábado, 17 de agosto de 2013

LOSING IT, Cora Carmack

Losing it


Virginidad.

Bliss Edwards está a punto de graduarse de la universidad y todavía tiene la suya. Harta de ser la única virgen entre sus amigos, decide que la mejor manera de lidiar con el problema es perderla de la forma más rápida y simple posible — un rollo de una noche. Pero su plan no resulta ser nada sencillo cuando entra en pánico y deja a un magnífico chico solo y desnudo en su cama con la excusa que nadie, ni con medio cerebro creería nunca. Y como si eso no fuera bastante vergonzoso, cuando llega a su primera clase del último semestre de la universidad, reconoce a su nuevo profesor de Teatro. Ella lo había dejado desnudo en su cama unas ocho horas antes.





Opinión personal

Losing it es uno de aquellos libros para conocer más historias interesantes, no es uno que te deja marcado o signifique mucho, almenos para mí. Pero sí que es verdad, que es un libro poco popular así que invito al lector a leerlo, porque cualquier libro merece la pena, sea muy bueno, o sea normal. A mí, personalmente, me gustó. Es bastante complicado enamorarte de un profesor, pero si es joven y guapo, cualquiera desearía ser su novia, aunque saben que no pueden porque son alumnas. Sin embargo es una historia que pasa rápido, así que yo la recomano.

viernes, 16 de agosto de 2013

Music is my inspiration

Muy Buenas Tardes, por fin he terminado 'Rule' y la verdad es que estoy muy satisfecha porque el libro es bastante bueno, solo puedo decir eso. He estado "investigando" canciones y he encontrado algunos covers que son realmente geniales y me encantan. Son grupos o de una sola persona que no son muy reconocidos y por lo tanto no tienen mucha fama, pero es su voz la que se tiene que apreciar, por eso hoy dedico esta publicación para las grandes voces sin mucho reconocimiento. Estan Tyler Ward, con su guitarra acustica, Two Worlds con sus dos mundos y sus dos voces, Lindsey con su violín, Alex G y su tan dulce voz, Peter Hollens, una increïble habilidad y Crew; aunque estos no son todos, hay muchísimos más, los pondría todos, pero estos son mis favoritos entre otros, espero que os gusten también.

-ROAR-

-CAN'T HOLD US-

-THRIFT SHOP-

-STAY THE NIGHT-

-SUPER BASS-

-IT'S TIME-

-UMBRELLA-


miércoles, 14 de agosto de 2013

DIVERGENT NEWS!

DIVERGENTE en la gran pantalla

El rodaje va avanzanzo y cada vez tenemos más fotos de Tris y los otros personajes.








'THE TRANSFER'

El primero de los cuatro nuevos cuentos contada desde la perspectiva de los favoritos interés amoroso divergente de todos!
Más Cuatro! Fans de la serie divergente de # 1 New York Times de la autora Veronica Roth (yo incluida) estarán encantados con "THE TRANSFER", el primero de cuatro nuevos cuentos contada desde la perspectiva de Cuatro. Cada breve historia explora el mundo de las series divergentes a través de los ojos del misterioso pero carismático Tobias Eaton, revelando facetas desconocidas de su personalidad, la historia de fondo, y las relaciones.

Títulos de las historias:

1. El Transferido (24 de Septiembre)
2. El Iniciado (17 de Diciembre)
3. El Hijo (21 de Enero)
4. El Traidor (11 de Febrero)




ALLEGIANT, reseña oficial


La sociedad basada en facciones en la que Tris Prior creía, se ha roto - fracturada por la violencia y las luchas de poder, y marcada por los enemigos y la traición. Pero cuando se le ofrece una oportunidad de explorar el mundo fuera de lo límites que ella ha conocido, Tris está lista. Tal vez más allá de la valla, ella y Tobias encontrarán una nueva vida simple juntos. Libre de las mentiras complicadas, lealtades enredadas y recuerdos dolorosos.

Sin embargo, la nueva realidad Tris es más alarmante que la que ella dejó atrás. Antiguos descubrimientos se vuelven rápidamente sin sentido. Nuevas verdades explosivas cambian los corazones de aquellos que ama. Y de nuevo, Tris debe luchar para comprender las complejidades de la naturaleza humana - y ella misma -, mientras que enfrenta imposibles decisiones de coraje, lealtad y amor.


Allegiant, escrito por el autor del bestseller # 1 New York Times, Veronica Roth, lleva a la poderosa conclusión de Divergente, mientras revela los secretos del mundo distópico que ha cautivado a millones de lectores en Divergente e Insurgente.

viernes, 9 de agosto de 2013

Cuando tenía cuatro años...

Esta es una historia corta que se me ocurrió un día, algo así como un resumen, porque se me da más bien hacer cortos que un relato de 100 páginas. En fin, es una historia que trata sobre la vida de Tommy a medida que va creciendo junto a Rebecca. Se mezclan el amor, el odio, muchas emociones junto al arrepentimiento y el saber perdonar, al igual que las injusticias de la vida como lo es la enfermedad de Tommy. Y cuando uno madura y se hace mayor ve el mundo de otra forma y aprecia a las personas con otro corazón, por eso, aunque la historia empiece con Tommy como narrador, he querido acabar contando los sentimientos que han perdurado durante mucho tiempo en el corazón de Rebecca, y terminar con un feliz final el corto con el que pretendo emocionar, aunque sea solo un poquitín, a quien lo haya leído. Espero que les guste y disfruten de ello, que tengo preparados algunos más que voy a publicar más adelante.

Tommy:
Cuando tenía cuatro años, Rebecca entró en mi mundo.
Se mudó a mi casa. Yo no la conocía, ni siquiera la había visto alguna vez. Para mí, ella era la niña que se introdujo en mi vida, jugaba con mis juguetes porque apenas tenía alguno, comía la comida que mamá compraba y dormía en la cama que tenía al lado en mi propia habitación. Y todo sin mi permiso. Primero pensé que era una intrusa, o algún tipo de juego, por lo que no supe adaptarme bien a ella y su madre viviendo en la misma casa que la mía, aunque era un apartamento miniatura en vez de una casa. Pero luego me acostumbré. Su padre había abandonado a su madre mucho antes de que ella naciera. Cuando le comunicó que estaba embarazada, el tipo de enfadó y no quiso saber nada más de aquella mujer, dejándola sola y apunto de perder el trabajo con un bebé en la barriga. Su madre y la mía eran íntimas, por lo que cuando la despidieron mi mamá aceptó cuidar de la niña mientras su madre buscaba un nuevo empleo. A cambio, pagaban la mitad de la pensión y gastos del piso. Yo, sin embargo, al igual que Rebecca también había crecido sin padre. Mi mamá cometió un grave error al ir a una fiesta al pueblo de al lado, donde un tipo desconocido la dejo embarazada de mí. No aclaró si fue algún tipo de violación o si estaba demasiado ebria como para percatarse de la situación. Sin embargo, mamá tenía novio, y el hombre no tenía ninguna culpa de nada. Ella asumió toda la responsabilidad y lo dejó ir. Él no tenía la culpa al fin y al cabo. Gracias a Dios, yo era casi exacto a mi madre, y no al tipo que la dejó embarazada.
Mi madre no odiaba a los hombres. La madre de Rebecca sí. Yo era un hombre, o, bueno, un niño. ¿Eso significaba que me odiaba? No. A ella le gustaba. A todo el mundo le gustaba. Yo era el niño pelirrojo con un sin fin de pecas por todo el cuerpo, la piel pálida y los ojos verdes como las hojas en primavera, como decía mamá. Según todos, yo era adorable. Pero mi corazón era débil, demasiado débil como para resistir como los demás niños. La gente se volvía más vulnerable conmigo.Yo no quería eso. Tampoco quería toda la atención que me dedicaban. Dejaban a Rebecca en un segundo plano. Y Rebecca era la niña más bonita y agradable del mundo. Además, ella era muy lista. Mucho más lista que yo, aunque nos lleváramos ocho meses. Su pelo era castaño, y sus ojos marrones muy oscuros. Yo nací en enero. Ella en agosto. Éramos como polos opuestos. No teníamos nada en común, salvo que a ambos nos gustaba comer cereales de miel por las mañanas. Como dije antes, Rebecca jugaba con mis juguetes. Al principio, yo me enfadaba. Eran míos… Luego me regañaban y me decían que tenía que compartirlos con ella, pero yo tenía cinco años, ni siquiera sabía muy bien qué significaba la palabra compartir. Fuimos creciendo juntos. Para mí, ella era la hermana pequeña a la que debía cuidar y proteger, aunque Rebecca fuese más fuerte que yo y tuviese más resistencia. También nos peleábamos, como hacen todos los hermanos. Nos castigaban uno a cada extremo del corredor de nuestro piso para ‘reflexionar’ y al fin perdonarnos. Sin embargo, eran peleas estúpidas por motivos estúpidos.
Un día la hice llorar. Era navidad. Me habían regalado un dinosaurio al que le llamé Rex. La madre de Rebecca había encontrado trabajo pero tenía que ahorrar, por lo que se quedó en casa, aun así, se permitió regarle una muñeca Nancy con ojos saltones. Rebecca quería disfrazar a Rex con un vestido azul y me lo robó, o yo pensé que me lo había robado. Tenía seis años, así que con la excusa de que mi dinosaurio tenía hambre, le arranqué la cabeza a la muñeca. Aquello no fue lo más inteligente que pude haber hecho, sobretodo porque la pobre niña se puso a llorar como una desesperada. Sin embargo, en vez de ir a su madre, cogió a Rex y lo lanzó por la ventana. Nunca lo volví a ver, no es que esperase encontrarlo, ni tampoco que regresase a mi casa. Ambas madres se pusieron echas unas furias y nos castigaron en el pasillo. Estuvimos allí por un rato, entonces Rebecca sacó una pelota azul de su bolsillo y sonrió.
-¿Qué haces con eso? – le pregunté furioso y de brazos cruzados con el culo congelado -. Es mío – protesté. Ella negó con la cabeza con autoridad. Ni siquiera sabía como era posible que estuviese tan contenta después de haberle arrancado la cabeza a su muñeca. Entonces, empezó a hacerla botar y girar en el suelo. -¡Eh! – exclamé, aún más enfadado. Ella se lo estaba pasando bien y yo no, no era justo -. Podrías compartirla, ¿no? – le espeté con todo el sarcasmo que un niño podía hacer. Sus ojos oscuros se clavaron en los míos como dagas. Asumí entonces que no iba a jugar conmigo, pero entonces me lanzó la pelota en el rostro y esperó a que se la devolviera. Y eso hice.
Desde entonces todos los castigos se volvían más divertidos y eficaces. Nos reconciliábamos rápido pasándonos la pelota. Hacía desaparecer todo el odio que habíamos acumulado durante la pelea. El aire se despejaba y éramos dos niños que jugaban en el pasadizo, sin castigo, sin morros ni caras de enfado. Solo sonrisas.
Cuando tenía ocho años y medio enfermé. Fuimos a la playa aquel verano, en un día que derretía las cucarachas y era insoportable estarse en cas sin aire acondicionado, así que decidimos aprovecharlo para darnos un remojón. A Rebecca se le ocurrió hacer una carrera hasta la playa y nadar. Por aquel entonces yo no sabía acerca de mi problema cardíaco y esas cosas – mi madre me lo ocultó, dijo que era demasiado pequeño para entenderlo, que solo quería ver a su hijo divertirse y pasarlo bien. Me enojé, por supuesto, por no haberme dicho tal cosa importante, pero eso no viene al caso. Estuve a punto de ahogarme en el mar. Después de eso fui al hospital y me hicieron pruebas. Un TAC en una cúpula circular y una cosa en la nariz para respirar aire artificial. Según los médicos había hecho un sobreesfuerzo, pero yo me sentía perfectamente. Sin embargo, Rebecca no volvió a retarme a nada en la vida. Además, ella estuvo castigada, supongo que eso y el haberme enfermado cambió la relación que manteníamos. Aquello rompió el hilo que nos unía, o que nos mantenía unidos. Podía sentir su odio hacia a mí diez metros de distancia. Se aisló de mí de una forma que nunca imaginé que haría, o más bien, me alejó de su vida. Esa puerta dulce y encantadora de su corazón que se había mantenido abierta durante la inocencia de la niñez para mí, se había cerrado de golpe. Un buen golpe en las narices. Y los siguientes cinco años estuvimos compitiendo todo el tiempo. Ella era tozuda como una mula y no se daba por vencida y yo quizás tenía más orgullo que para dejarme ganar, a pesar de ser un egoísta despiadado, con el mismo corazón sensiblero de siempre. Eso era una tontería, sin embargo, ¿intentar superarla? ¿Qué idiota haría eso? Yo con diez años era ese idiota. Además, Rebecca lo ganaba todo: las pruebas escolares, concursos, fue la mejor estudiante por no sé cuanto tiempo y muchas cosas más. ¿Y yo quién era? Yo era el niño que hacía vulnerable a los mayores. Eso jugaba en su contra, por lo que yo ganaba. Los profesores me daban algunos privilegios, que la pusieron celosa. Y me alegraba por ello. ¡Me alegraba! Pero alcanzamos la adolescencia, y fuimos al instituto, y el niño bonito que fui se convirtió en una especie de bicho raro Don nadie. Mi vida dio otro giro tan impresionante que me faltaba aire. Mientras Rebecca era una especie de modelo a seguir que iba con los más populares del colegio, yo intentaba no acabar con un ojo morado al final del día. Y su relación conmigo empeoró. Mucho. No me dirigía la palabra y ni siquiera me miraba. Las cosas en casa iban igual de mal: hizo poner un mantel entre su cama y la mía, ya no hacíamos los deberes juntos y pasaba la mayor parte del tiempo con sus nuevos amigos. No la reconocía. Aquella niña con la que jugaba en el pasillo cuando nos castigaban con una palota azul no era la Rebecca que yo conocía. No mi Rebecca.
En aquella edad mis sentimientos por ella se hicieron más intensos que nunca. Pero yo no quería a la chica en la que se había convertido, yo quería a la chica que sabía que llevaba dentro. Al tipo de persona que sabía que era, no al disfraz que había creado para mantenerme alejado. Y deseaba con todo mi débil y estúpido corazón que esa chica o niña, o quien quiera que sea, volviera. Deseaba que todo lo que pasó no hubiese ocurrido nunca. ¿Sería eso demasiado pedir a las estrellas? ¿Tener de vuelta a Rebecca? ¿Es que no había sufrido ya lo bastante como para perder a la persona a la que amaba? Pero yo sabía que la había perdido mucho antes de que me diese cuenta y pudiese rectificarlo, o cambiar el pasado.
Cuando tenía quince años ya era casi una mujer. Todo su cuerpo había cambiado, había crecido, su pelo se volvió varios tonos más claros y sus ojos brillaban de forma espléndida. Fue entonces cuando comenzó a salir con Brad Clifton, un imbécil que solo se preocupaba por él mismo. Se había metido conmigo más de una vez, y Rebecca le daba la razón en todo y él la usaba.
Un día Rebecca vino a casa llorando y supe que Brad la había herido. Al día siguiente me enfrenté a él y le dije que no volviera a acercarse a ella, pero lo único que conseguí fue acabar en un contenedor de basura, con el labio roto, la nariz sangrando y varios cardenales por todo el cuerpo. Y eso no fue todo: cuando llegué a casa tuve una sarta de gritos por parte de Rebecca exigiendo una explicación por haber hecho semejante demencia. Ella dijo que estaba llorando porque se había peleado con su mejor amiga y por culpa de mi numerito con Brad, él se había enojado con ella. Después se encerró en su –y mía también- habitación, y tuve que dormir en el sofá.
Luego volví al hospital.
Había sufrido algo parecido a un ataque y tuvieron que hacerme pruebas de nuevo, operarme y rehabilitación. Estuve mucho tiempo ahí, hasta pensé que tenían que cambiarme mi corazón por otro, aunque por suerte no fue así. Al principio Rebecca venía a verme a menudo, pero por la expresión que mostraba en mis visitas no quería estar allí, se excusaba y se iba, y luego no volvía. El tiempo en el hospital parecía haberse detenido, pero en el exterior seguían rodando las manijas del reloj y lo notaba cuando ella venía a verme. A veces tenía el pelo teñido, o llevaba varios pendientes en la oreja nuevos. Mientras ella pasó varias etapas diferentes en su vida, yo siempre fui el niño pelirrojo, con pecas y pálido, solo que un poco más alto.
Recuerdo la última vez que la vi. Habían pasado unos días después de la operación y yo estaba aún medio inconsciente por algunos medicamentos o lo que fuera que me daban, pero por un instante vi sus ojos. Me miraba con el mismo odio de siempre, pero en ellos también se reflejaba dolor, el mismo dolor que veía en mi madre. Y todo era por mi culpa. Yo nunca quise que sufrieran.
Seguí aislado del mundo durante un par de meses más, bajo la protección del hospital, donde el tiempo se detenía por completo, y yo no sabía lo que ocurriría cuando volviese a casa, o al instituto. Tenía la esperanza de volver a ver a Rebecca, pero con el paso del tiempo asumí que eso no sería posible. Mi madre me contó que habían conseguido suficiente dinero para un piso y varios meses de alquiler, por lo que ya no vivían en casa. Esa fue la noticia definitiva para saber que finalmente yo estaba completamente fuera de su vida. Así que un día cogí un lápiz y un trozo de papel y escribí: Si me muriera mañana, ¿vendrías a verme hoy?; y lo envié a su nueva dirección en una carta.
Nunca vino.
No sé exactamente si fue porque no la recibió o simplemente la ignoró, pero cuando salí del hospital hacía tiempo que daba por hecho que no iba a saber nunca más de ella.
Seguí mis estudios. Fue más difícil de lo que pensé volver a la sociedad aunque tuve suerte cuando empecé la universidad e hice nuevos amigos. Cuando tuva la edad suficiente, me independicé, pero no fui muy lejos. Había un piso al final del pasillo en el mismo bloque que había estado viviendo toda mi vida que estaba vacío, así tenía mi propio hogar y estaba cerca de mi madre, ya que no quería dejarla sola. Y con todo eso, empecé una nueva vida, y la verdad es que fue bastante bien: conseguí un trabajo en la cocina de un hotel, ya que siempre me entusiasmó estudiar cocina; conocí a una chica llamada Amanda de la que me enamoré, y no volví a sufrir ataques, solo algunas revisiones de vez en cuando. Conseguí un aumento en el trabajo y me permití el lujo de ir a París con ella. Fueron los mejores años de mi vida. Todo era mucho mejor. Lo único que hacía desaparecer la sonrisa de mi rostro era Rebecca. No sé porque aún conservaba una leve esperanza, la verdad, pero a veces no podía dormir pensando dónde estaba ahora, o qué estaba haciendo, o si salía con alguien. Aunque aquella chispa fue apagándose lentamente, dejando en mi mente un recuerdo confuso de los años que ella había estado en mi casa con una sonrisa ensanchada en el rostro, feliz de estar conmigo.
Un día fuimos a cenar a casa de mi madre, y Amanda quiso ver fotografías de mi niñez. Me sorprendió que en la mayoría de ellas no estuviese solo. En todas aparecía Rebecca, con el rostro aún de una niña, la niña más hermosa que jamás había conocido, y los recuerdos vinieron de nuevo como si nunca se hubieran ido. Y entonces me di cuenta de lo mucho que la echaba de menos, de que aunque mi vida hubiese cambiado por completo una vez más, los sentimientos que perduraron en mi corazón durante mi adolescencia siempre fueron los mismos. Y eso no lo podía reemplazar con otra persona, porque sabía que mi amor por Amanda no era real, y no quería herirla de esa forma.
Pero también sabía que no podía recuperarla ya aquella esperanza a la que durante un tiempo me aferré se había ido, pero ella siempre permaneció en mi mente. Nunca se fue.
Así que tomé una decisión y rompí con Amanda. Aquello también fue doloroso para ella, pero no quería que fuese engañada ni sujeto de una amor falso.
Tenía veinticuatro años por aquel entonces, y me sentía perdido, fuera de lugar. Como cuando salí del hospital y tuve que enfrentarme al mundo porque allí el tiempo se había detenido para mí. Yo había intentado hacerlo de nuevo, lo de parar el tiempo digo, pero el presente me golpeó por detrás y caí de bruces al suelo.
Una noche en el hotel, mientras yo terminaba unas exquisiteces, asomé la cabeza por uno de los cristales circulares de las puertas que daban al comedor para ver a los clientes disfrutar de la comida. Siempre me gustaba hacer eso. Mi miraba fue vagando por cada una de las mesas, hasta que choqué con unos ojos oscuros que me miraban fijamente. No los reconocí al instante hasta que vi el rostro completo.
La madre de Rebecca estaba allí y intuí, por la cabeza rubia oscura que tenía delante de ella, dándome la espalda, que estaba con su hija. Estonces ella articuló algo con los labios e hizo que Rebecca empezase a darse la vuelta lentamente. Yo me escondí; no quería que me viese, tampoco quería verla. Me revolvía las tripas el simple hecho de saber que ella estaba aquí, tan cerca de mí.
Me disculpé y me marché cuando un fuerte palpitar en la cabeza amenazó de que aquella no sería mi mejor noche.
Había estado esperando por aquel momento prácticamente toda mi vida, y a la hora de la verdad ni siquiera podía verla, y menos interactuar con ella. Rebecca no había sido capaz de hacerlo durante todos estos años, todo el tiempo que estuve en el hospital mientras ella se lo pasaba bien con sus amigos. Ahora era mi turno.


- Rebecca

No sé porqué me esperé ahí sentada, perdiendo el tiempo. Él probablemente ahora viviera en otro edificio, con alguna pareja y una vida sin remordimientos, pero yo tenía un agujero negro en mi pecho que yo misma había creado, y me sentía estúpida por ello. No sabía como deshacerme de él, así que probé con lo último que me quedaba: enfrentarme a la realidad, sentarme allí y esperar.
Y mientras esperaba, los remordimientos del pasado que estropeé venían otra vez de golpe, como si no me sintiera ya lo suficientemente culpable como para lidiar con otra ronda de recuerdos cada vez más dolorosos. Lo fastidié, bien sí, sé eso, pero todo el mundo merece una segunda oportunidad ¿no?
Al fin y al cabo yo era una niña, no sabía lo que hacía. No era una buena persona al sentirme celosa de él, pero Tommy lo aprovechaba en mi contra y eso era lo que más me enfurecía de todo.
Lo admití, ¿pueden los dioses dejarme en paz ya?
Pero luego siempre aparecía el horroroso recuerdo en el hospital. Él conectado a una máquina, más pálido que nunca, con su hermoso cabello pelirrojo todo revuelto y sus párpados cerrados, ocultando esos maravillosos ojos verdes, ‘como las hojas en primavera’. Y yo lo abandoné. Lo dejé tirado porque mi orgullo pesaba más que él, y no lo ayudé cuando más me necesitaba, sobretodo porque echaba de menos los viejos tiempos y no era capaz de admitir tal cosa. Tenía un ego demasiado grande como para eso.
Así que rezando a los dioses para que me diesen esa oportunidad, esperé a Tommy. Mi Tommy, él que nunca cambió, no como yo.
Y por mucho que rezase sabía que no me perdonaría, porque lo que le había hecho no merecía su perdón. Y lo sabía, y seguía teniendo ese orgullo que me esperanzaba de tal idea, de tener la compasión del chico del que estaba enamorada y con el que rompí todos los lazos por unos simples y asquerosos celos de niña de diez años.
Oí el rugido de una moto que se detenía. Luego nada. Y luego unas pisadas que indicaban que alguien estaba subiendo por las escaleras, ya que el bloque no tenía ascensor. Mi corazón empezó a acelerarse hasta que alcanzó un ritmo frenético cuando quien estuviese ahí estaba subiendo el último tramo de escaleras hacia el último piso, es decir, donde yo me encontraba. Un cuerpo apareció. Era alto, delgado aunque parecía haber echo ejercicio y la prueba definitiva para reconocerlo: un pelo anaranjado bastante alborotado.
Sin embargo, en vez de dirigirse hacia la puerta donde estaba yo sentada delante, caminó hasta el otro lado del pasillo con los hombros caídos, algo abatido. Cuando llegó a la puerta del final buscó en los bolsillos de sus pantalones por la llave de su piso. Yo miré la pelota por última vez antes de lanzarla en su dirección cuando él se dispuso a abrirla. Rebotó varias veces antes de detenerse entre sus pies, chocando levemente con la puerta. Primero, Tommy miró la pelota, no podía verle el rostro, así que no sabía de su expresión, pero luego, él se giró y sus ojos se clavaron bruscamente en los míos. Me quedé petrificada por el cúmulo de emociones que atravesaron su rostro en un segundo: sorpresa mezclada con un poco de tristeza, anhelo y enojo.
Pero después de un segundo más, una lágrima diminuta rodó por su mejilla y solo entonces me sí cuenta de lo mucho que lo había extrañado y de la humedad de mis mejillas.
Y ahí lo tenía, delante de mí, con una sonrisa floreciendo en la comisura de su boca mientras podía notar mi propia sonrisa asomarse debajo todo aquel sentimiento de culpa y resentimiento.
Por fin.
Mi Tommy.

-Dime, ¿qué es lo que pasó con Brad?
Ahogo una risita y le tiro la pelota de vuelta. Él la alcanza con facilidad y espera la respuesta antes de devolvérmela. Pienso en eso. La verdad es que nunca me preocupé por Brad, solo era para obtener más popularidad de la que ya tenía gracias a todo mi egoísmo. Y podría decir lo mismo de Brad. Yo ya sabía que el chico era un desgraciado, nadie tenía que decirme eso, solo quería probar qué se sentía estar en lo más alto de la popularidad, algo que aumentó aún más mi egoísmo, hecho del que no me siento realmente orgullosa.
-Nos dimos cuenta de que, aunque formásemos la pareja perfecta, no nos amábamos – respondo, aunque no es del todo cierto. Siempre he sabido que mi pareja perfecta era Tommy, que me lanza la pelota y sonríe.
-Entiendo – dice, mientras acerca su rostro a escasos centímetros del mío. Lo contemplo sin prisa, su pelo pelirrojo, sus cejas del mismo tono, lo que me hace reír, y esos ojos, oh Dios, esos ojos verdaderamente hipnotizantes aún más verdes que las hojas en primavera y su sonrisa, moriría por ella tanto como él muere por la mía. Así que vuelvo a sonreír, y lo beso, porque es lo único que siempre he deseado, porque es lo único que me hace olvidar todos los años perdidos bajo la soledad de una vida sin él.

domingo, 4 de agosto de 2013

WHAT HAPPENS NEXT, Colleen Clayton

What happens next

 
 
¿Cómo puedes hablar de algo que no recuerdas?
 
Antes del viaje a esquiar, Cassidy "Sid" Murphy era una animadora y una estudiante sobresaliente, con las dos mejores amigas que cualquier chica desearía. Cuando Sid termina en el telesquí con un muy atractivo chico universitario, Dax Windsor, ella se siente emocionadísima. "Ven a la fiesta conmigo" Le dice, pero Dax no es lo que aparenta. Él le arranca todo a Sid, incluyendo un mechón de sus perfectos rizos rojizos, y ella no puede recordar nada de lo ocurrido.
De vuelta a casa, Sid es una insomne y obsesiva nocturna, incapaz de relacionarse con sus viejas amigas. Atrapada y descendiendo por una espiral, Sid abandona sus clases de preparación para la universidad y decide tomar clases en la habitación audiovisual con Corey "El Marihuanero" Livingston como compañía. Pero mientras va conociendo cada vez más a Corey -Vago, fumador, totalmente irresistible- Sid encuentra a alguien que realmente  la hace feliz. Ahora, si sólo pudiera deshacerse de las pesadillas y esos kilos de más, todo sería perfecto... o al menos eso cree.
 
 
Un libro que me ha llamado mucho la atención.

jueves, 1 de agosto de 2013

BAJO LA MISMA ESTRELLA, John Green

Bajo la misma estrella

Hazel acaba de cumplir 16 años. Y tiene cáncer. A pesar de que un tratamiento ha conseguido reducir su tumor de forma casi milagrosa, es una enferma terminal. Los médicos no pueden decirle cuánto tiempo le queda; solo sabe que debe vivir pegada a un tanque de oxígeno y sometida a continuos tratamientos. Desde hace unas semanas, Hazel forma parte de un grupo de apoyo donde otros chicos como ella comparten sus experiencias. En realidad, ella acude más por obligación que por voluntad; ¿qué sentido tiene hablar con otras personas de lo que nadie puede cambiar? Pero su vida da un verdadero vuelco cuando conoce a Gus Waters... Os preguntaréis: ¿quién es Gus? ¿Y cómo puede cambiar una sola persona la historia de otra?


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Opinión personal

Es un libro realmente bonito y una historia presiosa. Sí que es verdad que a veces me he perdido con las frases de Hazel y Augustus pero eso es cosa mía. Me ha encantado el ingenio y la inteligencia de los personajes, y sobretodo como intentan hacer sus sueños realidad. Es también una novela triste, pero verdaderamente hermosa. Estoy deseando ver la película aunque no tenga comparación con el relato de John Green.


Adaptación cinematográfica.

La joven Hazel Grace Lancaster ya ha encontrado a Augustus Waters, el chico que le hará olvidar su terrible enfermedad. La adaptación de 'Bajo la misma estrella', novela que arrasa en Norteamérica, sigue dando pasos hacia el comienzo del rodaje.

Si ya sabíamos que Shailene Woodley se encargaría de interpretar a la protagonista de la novela de John Green, gracias a EW ya conocemos el actor que se ha hecho con el preciado papel de Gus Waters: Ansel Elgort. El intérprete se encontraba en la lista de candidatos que conocimos hace unos días.

La bendición del autor


El propio autor del libro explica la decisión: "Ansel es realmente inteligente y muy carismático y todo lo que soñé para Augustus Waters. Soy por naturaleza un pesimista cauteloso, pero simplemente diré: Ahora que tenemos a Shailene y Ansel, estoy completamente y sin reservas mentalizado para esta película". Woodley y Elgort ya han tenido la oportunidad de trabajar juntos en 'Divergente', en la que interpretan a la protagonista, Tris Prior, y su hermano, Caleb.

'Bajo la misma estrella' estará dirigida por Josh Boone y nos presentará a Hazel Graze Lancaster, una joven con cáncer terminal que conocerá a un chico llamado Augustus Waters en un grupo de apoyo a jóvenes con cáncer. La novela ha ganado las alabanzas del público por escribir con sinceridad, sin entrar en el melodrama, algo muy común en una historia como ésta. ¿Os hacen buena pareja los actores protagonistas?

El rodaje está previsto que empiece este Agosto.

¡Primeras imágenes de la grabación!